Capitulo Único
I
Los objetivos básicos de la Gran Ciencia o Filosofía consisten en el cultivo de la naturaleza racional que todo hombre recibe del Cielo, en la educación y renovación de los pueblos, y en la búsqueda del Bien Supremo o Fin Último al que debemos dirigir nuestras acciones para alcanzar la perfección.
II
Ante todo es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones, es necesario descubrir nuestro destino, para poder tomar la firme determinación de dirigirnos hacia el.
Una vez hecho esto, nuestro espíritu se vera libre de toda vacilación e inquietud. En cuanto se hayan consolidado esta serenidad y tranquilidad de espíritu, gozaremos de una profunda paz interior que ningún acontecimiento podrá alterar. Cuando gocemos de esta paz inalterable, estaremos en condiciones para meditar y para penetrar en la esencia de todas las cosas. En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto.
III
Todos los seres de la naturaleza tienen una causa y producen unos efectos; todas las acciones humanas se fundan en unos motivos y dan lugar a unas consecuencias. El conocimiento de las causas y los efectos, de los motivos y de las consecuencias, constituye la raíz del método racional con el que se alcanza la perfección.
IV
Los antiguos príncipes que pretendían educar y renovar a todos los pueblos se esforzaban primero en gobernar con rectitud sus propios reinos. Para gobernar rectamente sus reinos se aplicaban ante todo a ordenar bien sus familias. Para ordenar bien sus familias, procuraban previamente corregirse a si mismos. Para corregirse a si mismos, ponían un especial cuidado en adornar su alma de todas las virtudes. Para la consecución de todas las virtudes, se esforzaban en conseguir la rectitud y sinceridad de todas sus intenciones. Para lograr que sus intenciones fueran rectas y sinceras se entregaban con ardor al perfeccionamiento de sus conocimientos morales y el máximo perfeccionamiento de los conocimientos morales consiste en penetrar y descubrir los móviles de las acciones.
V
Si alcanzamos un conocimiento claro y profundo de los móviles de las acciones obtenemos con ello la máxima perfección de nuestros conocimientos morales. Cuando se alcanza la máxima perfección de los conocimientos morales, inmediatamente todas las intenciones son rectas y sinceras. Si las intenciones son rectas y sinceras, el alma queda adornada de todas las virtudes, las virtudes del alma mejoraran y corregirán todo nuestro ser. Si alcanzamos nuestra perfección personal, quedara establecido el orden en nuestra familia. Si la familia está en orden, el reino será rectamente gobernado, y cuando todos los reinos son bien gobernados, el mundo entero goza de paz y armonía, siendo renovados y educados todos los pueblos.
VI
Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de corregir su propio ser. El perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral.
VII
Sería contrario a la naturaleza de las cosas el que produjeran los mismos efectos en estado de desorden y confusión, que organizadas y sistematizadas. Por consiguiente ha de evitarse siempre el tratamiento superficial de lo más importante subordinándolo a lo que es secundario; jamás hemos de tratar con seriedad lo secundario, anteponiéndolo a lo principal y más importante.
Confucio
A lo largo del siglo XX hubo dos grandes campañas lanzadas contra la enseñanza de los libros clásicos chinos. La primera fue Movimiento del 4 de Mayo de 1919, que rechazó el Confucianismo como un obstáculo al progreso social.
ResponderEliminarEn la “Revolución Cultural” de Mao (1966-1976) este sentimiento fue desplegado al extremo, porque los Cuatro Libros y los cinco libros clásicos fueron vistos como materiales didácticos venenosos que debían ser estigmatizados completamente.
No se pueden conciliar las enseñanzas de Confucio con las Reglas Rojas.
Confucio ha sido uno de los cerebros más potentes de la humanidad, pues construyó un sistema filosófico-social educativo que, en muchos puntos, aún no ha sido superado. Sus ideas básicas son integrales, con una gran armonía en el sistema en el que se recomienda razonar, gobernar las pasiones, estudiar, educarse a sí mismo, obrar con moderación, sentirse solidarios de la humanidad y experimentar la necesidad de civilizar, NO por la fuerza y la conquista, sino por la convicción. Y donde en todo momento fluye su regla de oro de “amar a los semejantes y no hacerles lo que no se quisiera que hicieran con uno mismo”.
carlos roces